Un día de otoño de 2016 me fui con mi mujer a vivir a una cabaña de madera en una zona boscosa de la Sierra Sur de Oaxaca.
Bajo el silbido de las águilas entendí que había vivido muchos años con un monstruo en el armario. Es decir, aplazaba un llamado.
La irreverencia de dejarme guiar por mi instinto salvaje, me paralizó muchas mañanas en el desayuno, con la incertidumbre de ser un marginal, un tarado o un incapaz de alimentar a mi familia.
Lo tomé como el precio de desafiar el contrato social que me subvencionaba.
A cambio, pude ayudar a personas de colectivos, culturas, países, etnias y estatus muy diferentes.
Comprobé que la vida en los bordes está llena de coherencia y que cada día, más personas transitan hacia el perímetro para atravesar a un mundo sustancialmente distinto. Son caballos oscuros.
Antes de nada, te cuento lo que es un caballo oscuro.
Un caballo oscuro es alguien que no quiere encajar en el molde.
Así que decide desafiar el pacto de estandarización.
Su éxito no viene del estatus social o la seguridad financiara, sino de un compromiso con su realización personal y profesional.
Por supuesto, nadie lo ve venir.
Te advierto de que algunos de estos principios pueden ser incómodos para algunas personas.
33
Eres lo que haces. No eres lo que dices que eres, ni lo que quieres aparentar, ni lo que dicen que eres. Si haces cosas significativas y actúas en el filo, eres exactamente eso.
Tu destino se construye con lo que haces en este momento, no con lo que dices que vas a hacer mañana. Lo que haces en este momento está influido por tus traumas, tus éxitos y los temores de tus antepasados. La forma de ampliar tu margen de libertad es aceptar el precio de quien eres. De esta forma, podrás orientarte hacia aquello que más te asuste, porque seguramente será lo que tienes que hacer en este momento.
Un arrepentimiento común entre las personas moribundas, es no haber vivido como les hubiera gustado, así que debes elegir entre tu fidelidad a lo lo que deberías hacer o a tu legítima rareza.
Busca algo significativo que hacer y alguien a quien amar, para tener una razón de peso para invertir toda tu energía durante el tiempo suficiente para lograr prosperidad.
Una de las formas más eficaces para cambiar un comportamiento es trasladarse a vivir a un lugar que te saque totalmente de tu zona de control. Ser vulnerable acrecienta tu vitalidad y te descubre cosas que nunca hubieras imaginado. Entonces, no te acomodes y pregúntate ¿qué sigue?
Cuando te trasladas a otra cultura, tienes que volver a aprender a comunicarte: es decir, pedir favores, contar quien eres, resolver conflictos extraños… así que vuelves a hablar como cuando tenías 12 años. De manera más sencilla, más esencial, más empática y menos condicionada. (Esto puede que te haga ser mucho más convincente).
La naturaleza salvaje tiene reglas que hemos olvidado para tener una vida decente. Los animales, las plantas, los fenómenos atmosféricos, los ciclos climáticos… te atan a lo esencial y te transfieren un gran poder.
La mayoría de las cosas son distracciones que no sirven para nada y que te siguen adormilando, para aprovechar tu somnolencia y venderte otro iPhone. Para estar despierto solo requieres mantenerte minimalista, seguir tu propósito y estar cerca de la naturaleza.
El nomadismo es una condición latente en el ser humano. (Hemos estado más años caminando que sentados). Así que aunque no esté muy bien visto, cambiar con frecuencia de contexto (playa-montaña, ciudad-rural…) es una forma ideal de sentirse pleno y de orientarse hacia lo nuevo (el único lugar donde surgen las oportunidades).
La comida es una puerta a lo más singular de cada cultura, que merece ser traspasada hasta el fondo. La comida es una medicina primordial con activos químicos, sociales y espirituales.
Después de un gran viaje, cuando regresas a tus lugares de origen, lo haces renovado. Tienes más perspectiva. Tienes algo nuevo que contar (esto es algo muy relevante, puesto que casi todo el mundo cuenta lo mismo). Así que es fácil que tras tu regreso, te lleves mejor con tus padres y tus antiguas parejas.
Las reglas de la sociedad a la que perteneces pueden ser totalmente diferentes en otra tribu. De aquí se deduce, que en su mayoría son arbitrarias y seguramente limitan tus divergencias. Así que crea tus propias reglas y tus propios métodos.
Durante una gran parte de mi vida fui al cine solo, me despertaba solo, dormía solo. Me sentí muy solo. Sin embargo, aunque te pueda sorprender, en una cabaña solitaria en un cerro, han llegado ingenieros de Silicon Valley, monjes zen, artistas japoneses, empresarios millonarios y todo tipo de personas extrañas, con los que he compartido un fuego y conversaciones inolvidables. (Cuando haces algo diferente, las personas quieren cenar contigo).
Las relaciones son la sal de la vida. Sin ellas, estamos muertos, así que cambiar personas por gatos o tlacuaches, no es una opción. El precio de amar es sentir una gran preocupación, una gran tristeza, un gran dolor, un gran miedo, una gran ira, y también, una inmensa plenitud.
La soledad de la exclusión es un desgaste para tus células. La soledad de retirarte intencionadamente, sabiendo que perteneces a algo o a alguien, es fundamental para la salud.
La búsqueda de ser mejores que otros y el sentimiento de inferioridad son instrumentos evolutivos. Entonces, acepta esto como parte de un juego arcaico. Trasciende la competencia para centrarte en tu movimiento verdadero. (Esto no quiere decir que no quieran competir contigo. De hecho, cuanto más poderoso te perciban, más querrán hacerlo).
Tu movimiento verdadero es lo que te hace singular y diferente. No está afectado por las presiones del clan porque está en sintonía con algo más grande. (Suele ocurrir cuando estás centrado en tu llamado y eres tan espontáneo como un caballo).
Nos enojamos porque algo ha resonado con alguna herida antigua, o con algo que reprimimos o por fidelidad a nuestros orígenes. Es decir, lo que nos hace enojar tiene que ver con nosotros mismos. Probablemente, sea algo que necesitemos superar. Así que el conflicto, siempre es una buena oportunidad para crecer. Entonces, lo que las otras personas piensen de nosotros es cosa de ellas. (No hay ninguna razón para que no puedas hacer lo que te plazca).
En el momento en el que quieres tener razón ya has entrado en una lucha de poder. Te sentirás bien si ganas. Sin embargo, estarás participando en un juego de perdedores. Esto es, estarás arruinando la relación y tu poder interno.
Quien te quiere arrastrar hacia sus valores, o someter, o seducir para aumentar su poder social, pretende engancharte, en lugar de respetarte. Únicamente cuando te sientes absolutamente libre en una relación es que hay un buen amor.
Muchos conflictos se derivan de la intromisión en la esfera del otro. Cuando respetas a las personas tal como son, y tal como hacen las cosas, y mantienes un equilibrio en el dar y en el tomar, te mantienes en igualdad, que es la mejor energía para hacer durar una relación. (Tampoco permitas que nadie intervenga en tus tareas).
Cuando asumes la función que te corresponde en cada momento en relación al otro (como madre, hijo, hermana mayor, pareja, amiga, profesor, alumno…) y no evitas tu lugar, ni sustraes uno que no te corresponde, entonces, ocupas tu posición de mayor fuerza. Así las relaciones pueden fluir.
El servicio a un bien común supone uno de los mayores sentimientos de logro, porque salimos de nuestra individualidad para centrarnos en algo más grande. Pon tu legítima rareza al servicio de un colectivo.
La tribu ejerce una presión muy fuerte sobre sus miembros. Si complaces las expectativas del clan puedes vivir con una gran fricción. Si transgredes el pacto de estandarización, el precio puede ser la marginación y la exclusión. La mejor estrategia para sentir tu pertenencia es tomar a tus padres en el corazón. A partir de aquí, puedes aprender a surfear los sistemas.
Las personas saben lo que les conviene. Así que no les gusta que les digan lo que tienen que hacer. Cuando no hacen lo que les haría sentir mejor, no es por falta de información, sino porque se ven arrastradas bajo un hechizo hacia el abismo. Su excusa es que están esperando algo (dinero, sentirse mejor, el amor de un padre…) para poder actuar. Sin embargo, la prosperidad exige convivir con la culpa, el miedo y la soledad de salir del hechizo colectivo del clan.
Si algún día me encuentro con un suicida en un puente, lo último que le diría es que no se arroje. Más bien quisiera decirle, que si tarda más de un minuto, yo le empujo. Me refiero a que lo obvio carece de fuerza. Es por ello, que no repartas consejos baratos. Si quieres ayudar guarda silencio o golpea en la psique con la contundencia de un maestro de espadas zen.
La manera de no caer por el abismo es saltarlo. La manera de saltarlo no es con voluntad, una presión social errónea. (La voluntad es un cartucho energético que se acaba a media mañana). Para saltar hace falta comprender el hechizo colectivo: tus lealtades invisibles hacia los traumas de tus antepasados. Por lo tanto, las ayudas que se centran en dialogar con la mente tienen poco recorrido. Las ayudas que descifran las necesidades del alma han curado a la humanidad durante miles de años.
Los hijos no pueden exigir nada a sus padres, excepto su plena autonomía. Y a sus padres solo les deben el agradecimiento de la vida. Todo lo demás son guerras de poder intergeneracionales que impiden que el río fluya. Las parejas que funcionan dejar ir a sus hijos. Las parejas que no funcionan se aferran a ellos.
La mejor manera de educar a un hijo es mostrarle el mar. Es decir, ampliar su horizonte para una vida con significado, mediante límites y compromiso. Todo lo contrario de apretar el alma con reglas, severidad, reproches y castigos. Los padres pueden tratar de enseñar el comportamiento que creen conveniente para sus hijos, pero su gran influencia viene de la esfera que ocultan (las vidas no vividas, los engaños y todo lo que se esconde debajo de la alfombra).
El poder social ejerce gran influencia en las relaciones. Se rige por símbolos arbitrarios (un avión privado, un color de piel o un título de Harvard) y esconde la vulnerabilidad. Así que una relación está bajo el control de la persona a la que menos le importa. No te conformes con relaciones donde no haya vulnerabilidad.
El poder interno es tu nivel de energía para actuar con potencia. Es la fuerza que te sostiene en la adversidad y en el éxito. Es el imán para que te ocurran cosas buenas. Se rige por reglas no evidentes, como el compromiso, la vulnerabilidad, la intención, el agradecimiento, la integridad, la ligereza, la conexión con la naturaleza, la libertad, la autonomía, la relajación… El poder interno se arruina con la traición, la crítica, la elevación, la exclusión, la acumulación, el poder social…
Una buena ayuda terapéutica facilita una intimidad con algo más grande y se retira. Proporciona una revelación que cambia la narrativa del pasado, donde lo que estaba separado se vuelve a unir. Debe ser sencilla e intencionalmente inacabada. Inicia un movimiento de transformación y de trabajo interior que cada persona debe completar. Por lo tanto, exige acción y autonomía.
Plantea 5 preguntas: ¿Cuál es el síntoma que te impide ir hacia la vida? ¿Encuentras alguna relación con algo que ocurrió en tu sistema familiar? ¿Puedes mirar el dolor de tu pasado y decir sí a todo tal como fue? ¿Qué sigue? ¿Por qué no?
Estos principios son mis comprensiones. Todo caballo oscuro tiene las suyas.